Thursday, May 24, 2012

TITULO 5

                                         FOLCLOR LITERARIO



LA CREACIÓN DE LA LUNA

La luna y el sol no podían verse, pero las nubes contaban a XALESHEN de la luna y a ella del Sol. Que empezaron a tener deseos de conocerse, así que una vez, el Salió antes de que ella se vaya, y otra vez ella retrasó su partida para verlo hasta que un día se retiraron juntos detrás de las montañas

 LEYENDAS

Difunta Correa
Deolinda Correa estaba casada con un sobrino del Gobernador Bustos, caudillo cordobés. Durante la ocupación de San Juan, de parte del ejercito unitario del General Lamadrid, en 1841. El marido de Deslinda cae prisionero, ella desesperada decide seguir a las tropas que llevaban a su marido a través de los áridos caminos entre San Juan a La Rioja, sola, a pie y cargando a su hijo de pocos meses en sus brazos.
   Durante el trayecto consumió sus provisiones de comida y agua, trató de paliar su sed mordiendo la carne jugosa de las hojas de tuna, pero no fue suficiente, la encontraron muerta pero salvó a su pequeño hijo dándole de beber su leche materna.
   Hoy se honra la figura de Deolinda Correa en una capilla levantada por sus creyentes, ubicada en Vallecito, lugar donde se encontró su cuerpo.

 COPLAS

Cuantito te vi venir
le dije a mi corazón:
qué piegrita tan churita
para darme un trompezón.
Tienes una garganta 
tan clara y bella
que hasta el agua que tomas
se ve por ella
El mate es buena bebida;
el que lo toma lo goza;
pero el mejor matecito
es el cebao por donosa
Es tanto lo que te adoro,
es tanto lo que te quiero,
que si me sacan los ojos
te miro con los aujeros.
 Sentimentales
De la montaña hasta el río
viene una piedra rodando
así se viene hasta vos
mi corazón, despeñando.
Yo no andoy porque te quiera
ni andoy porque me quierás;
yo andoy porque andoy de gusto,
yo andoy… porque andoy nomás.
Alegría cuando viene,
tristeza cuando se va,
siempre está mi corazón
pensando si volverá.

TRABALENGUAS

¡MORA MASCA TODO!
¿Masca moscas Mara? 
¿O Mara masca morros?
Mara, la mascota,
masca moras,
morros, moscas…
Mara, la mascota,
masca cualquier cosa
   FLORECIDA FLORIDA
En Florida,
es frecuente
que fructifique
la floricultura
y la fructicultura
sea floreciente
QUÉ FRÍO, FRIDA!
¡Aprisa, Frida
con la frazada de frisa!
¡Aprisa que la fresca brisa
deprisa, se hace fría, Frida
CASI CASI
Casi miro a Casimiro
que casi mira a Quasimodo.
Y casualmente, de casual modo
Quasimodo casi mira a Casimira

GENTILICIOS

Buenos Aires, bonaerense.
Catamarca, catamarqueño, ña.
Chaco, chaqueño, ña.
Chubut, chubutense.
Córdoba, cordobés, sa. [El DRAE también registra la inaudita forma cordubense, lo mismo que GN].
Corrientes, correntino, na.
Entre Ríos, entrerriano, na.
Formosa, formoseño, ña.
Jujuy, jujeño, ña.
La Pampa, pampeano, na.
La Rioja, riojano, na.
Mendoza, mendocino, na.
Misiones, misionero, ra.
Neuquén, neuquino, na.
Río Negro, rionegrino, na.
Salta, salteño, ña.
San Juan, sanjuanino, na.
San Luis, puntano, na, sanluiseño, ña. [Más allá de lo que anoten estos libros, puntano y, en menor medida, sanluiseño se usan como
gentilicios de la provincia. Esta última es la forma preferida por los pobladores locales. El DRAE y GN también dan sanluisero, ra, cuasi desconocida].
Santa Cruz, santacruceño, ña.
Santa Fe, santafesino, na o santafecino, na. [La forma más usada es santafesino].
Santiago del Estero, santiagueño, ña.
Tierra del Fuego, Antártida e islas del Atlántico Sur, fueguino, na.
Tucumán, tucumano, na.

CUENTOS


Cuento por encargo (DAMIANI MARCELO)
El barco pirata estacionó frente a mi casa. Los marineros engancharon el ancla en el árbol del vecino y se apostaron a lo largo de la calle mirando hacia adelante con cara de desalmados. Al rato bajo el capitán y golpeó mi puerta; le abrí, él entró sin ningún tipo de preámbulos y se acomodó en el bar destrozado que me quedó de un fallido cuento de vaqueros. “Usted es escritor, ¿no?”, me interpeló en un idioma desconocido; por suerte los dos manejábamos el mismo código literario. “Sí; así es”, respondí. “Bien, dijo, necesitamos alguien con mucha imaginación”. “Los críticos dicen que yo no tengo ni una pizca”, señalé. “Bien, murmuró pensativo, ése es un buen signo”. Hizo una pausa; tomó un vaso de whisky que había por ahí, y me miró. “Mi tripulación y yo tenemos un problema. No encontramos una buena aventura desde hace años. Nadie nos quiere dar lugar en sus historias; dicen que ya no servimos para nada porque estamos pasados de moda… Así que decidimos tener nuestro propio escritor”. Lo único que faltaba, pensé: Piratas con problemas existenciales. “Mire, le dije, los relatos de aventura no son mi especialidad.” “Eso no nos importa, masculló, pónganos en el género que quiera.” Se puso de pie bruscamente, se dirigió a la puerta y agregó: “Le damos una semana. Y no intente traicionarnos. Los dos escritores que lo intentaron ya no pueden escribir más”. Y se fue.
Entonces, por las dudas, empecé a escribir este cuento.

El historiador arábigo El Ixaquí refiere este suceso:
“Cuentan los hombres dignos de fe (pero sólo Alá es omnisciente y poderoso y misericordioso y no duerme), que hubo en el Cairo un hombre poseedor de riquezas, pero tan magnánimo y liberal que todas las perdió menos la casa de su padre, y que se vio forzado a trabajar para ganarse el pan.
Trabajó tanto que el sueño lo rindió una noche debajo de una higuera de su jardín y vio en el sueño un hombre empapado que se sacó de la boca una moneda de oro y le dijo: “Tu fortuna está en Persia, en Isfaján; vete a buscarla.” A la madrugada siguiente se despertó y emprendió el largo viaje y afrontó los peligros de los desiertos., de las naves, de los piratas, de los idólatras, de los ríos, de las fieras y de los hombres. Llegó el fin a Isfaján, pero en el recinto de esa ciudad lo sorprendió la noche y se tendió a dormir en el patio de una mezquita. Había, junto a la mezquita, una casa y por el Decreto de Dios Todopoderoso, una pandilla de ladrones atravesó la mexquita y se metió en la casa, y las personas que dormían se despertaron con el estruendo de los ladrones y pidieron socorro. Los vecinos también gritaron, hasta que el capitán de los serenos de aquel distrito acudió con sus hombres y los bandoleros huyeron por la azotea. El capitán hizo registrar la mezquita y en ella dieron con el hombre de El Cairo, y le menudearon tales azotes con varas de bambú que estuvo cerca de la muerte.
A los dos días recobró el sentido en la cárcel,. El capitán lo mandó buscar y le dijo: “¿Quién eres y cuál es tu patria?. El otro declaró: “Soy de la ciudad famosa de El Cairo y mi nombre es Mohamed El Magrebí.” El capitán le preguntó: “¿Qué te trajo a Persia?”. El otro optó por la verdad y le dijo: “Un hombre me ordenó en un sueño que viniera a Isfaján, porque ahí estaba mi fortuna. Ya estoy en Isfaján y veo que esa fortuna que prometió deben ser los azotes que tan generosamente me diste”.

POESIAS

El Temor
Por temor
odiamos amar por temor,
por temor
cual tinta sobre papel mojado de blanco
arrojo despojos
en la quietud del silencio
habito mi desconocido soy
extranjero emocionado,
el ojo ve comida
en las sobras abandonadas:
un solo ser es la piel de la oscuridad
cuando llega o se va
el ojo
ante otra boca
muerde
mi cuerpo sin sueños.
AGUIRRE MOLINA, ROBERTO
La puerta
En algún lugar del mundo está la Puerta,
aquélla que no abriste,
aquélla que persiste entrecerrada
a través de tu destino,
como lápida inclemente y asesina.
No te acerques con tu ofrenda inconclusa
a esta Puerta –que es de plomo-
no es pregunta ni respuesta
de las puertas que elegiste no pasar.
MARIA CRISTINA BOSCH
Con bogey en casablanca
bogey bebe en silencio
el agrio bourbon del olvido
su mirada perdida en la noche africana
oculta las profundas cicatrices del amor
desde la mesa observa al pianista
que sin emoción acaricia en el aire
con manos de brillante caoba
las teclas de un piano destartalado
en el fondo del salón a media luz
acompañada por una vieja guitarra
la francesita delgada y triste
sostiene el tibio mate de la espera
bogey la mira a través del humo del cigarrillo
para comentar lentamente como sólo él puede hacerlo
con la entonación propia de un reo del abasto
“muchachos… ella algún día lo comprenderá…
…carlitos se nos ha ido para siempre”
ESTEBAN MORE


MEDICINA POPULAR

Médicos del inca
En Bolivia, la Provincia Bautista Saavedra del Departamento de La Paz es conocida principalmente porque entre sus habitantes de la comunidad aymara viven los kallawayas. Poseedores de un profundo conocimiento sobre plantas medicinales, sus terapias curativas forman parte de la sabiduría y belleza de la cosmovisión andina. A unos 250 Km. del Lago Titikaka, residen en las localidades de Curva, Chajaya, Kamlaya, Huata Huata, Inka, Amarete, Chari, Pampablanca, Chakapari y Charazoni. En toda la Provincia viven aproximadamente unas 8500 personas, el 96% en condiciones de extrema pobreza.
El ajayu: la fuerza de la vida
La medicina kallawaya se sumerge en la visión andina del mundo. Desde su perspectiva, el ser humano es la unión de tres elementos vitales: el athun ajayu, fuerza divina que otorga las facultades de pensar, sentir y moverse; el juchui ajayu, cuerpo astral o anímico; y el cuerpo físico, donde se encuentran encarnados ambos ajayus. El ser andino, asimismo, además de sus relaciones sociales y con la naturaleza, vive cotidianamente en su prodigioso universo sobrenatural. El athun ajayu es inmortal, por eso los protectores espíritus de los antepasados, los Achachilas, moran permanentemente en las montañas, lagos y ríos, otorgando a estos lugares rango sagrado. Dada la complejidad de estas interrelaciones, cualquiera no puede ser kallawaya. Generalmente se recibe una señal, la marca de un rayo o la comunicación de los Achachilas a través de los sueños.



La enfermedad, entonces, aparece asociada a la pérdida de los ajayus. Si el athun ajayu sale del cuerpo, desaparece la fuerza de la vida. Puede suceder también que, durante el sueño, el juchui ajayu abandone igualmente el cuerpo. Si no regresa, su ausencia se manifestará con fiebre, malestar y dolores. Significa que el ser humano ha perdido su unidad, el equilibrio entre sus componentes vitales. Para restablecerlo y lograr el retorno del ajayu,(8) el kallawaya acudirá por igual a los recursos de la naturaleza y al mundo de los espíritus, complementándolos. El conocimiento necesario es a la vez amplio, diverso y solidario.
UNA LEYENDA…
La leyenda cuenta que Kjanachuym, un anciano del tiempo de los incas, fue quien recibió la revelación de las propiedades de la planta. Para los kallawayas, proviene de origen divino: una hermosa diosa tomaba a veces aspecto humano; su belleza hechizaba a los hombres a quienes seducía. Los ancianos y las esposas rechazaron su conducta, tomando la decisión de matarla. La enterraron en tierra muy fértil, donde llovía mucho. Del polvo de su cuerpo brotó un arbusto cuyas hojas tenían propiedades maravillosas, como aliviar los dolores y provocar el optimismo por la vida. La diosa se vengó así, haciendo que los hombres deseen masticar permanentemente las hojas prodigiosas.














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